sábado, 25 de abril de 2009

La mujer, el niño y el viejo

Dibujo corazones. Es invierno y hace mucho frío, así puedo recorrer con mi dedo el cristal y dibujar diversas formas. Ayer dibujé a mamá, pero a pesar de estar sentados en el mismo vagón, no consigo encontrar el dibujo. A veces se quedan marcados… Parece que esta vez no hubo suerte.
Mamá parece distante. Casi siempre juega conmigo. En ocasiones nos dibujamos el uno al otro en el cristal, y resulta divertido.
Ella mira a un señor sentado al otro extremo del vagón. El señor mira a mamá…
Mi dedo se posa de nuevo en el cristal y prosigue su juego.

Me está mirando.
No puede ser él.
Hace tantos años...
Continúo mi lectura tratando de disimular, quitarle importancia, hacer como si nada…
Leo un par de renglones y, lentamente, alzo de nuevo la mirada. Sus ojos se clavan en los míos. Ya no sé que pensar. Ni siquiera sé como afrontar esta situación. Ya estamos llegando… En cuanto frene el tren se acabó.
¡Joder! Se ha levantado y se está acercando…

Lentamente, paso a paso, cruzo de un extremo del vagón al otro. Pierdo el equilibrio un par de veces y debo agarrarme a las barras metálicas. Afuera está nevando…
Un niño dibuja no se qué en el cristal de la ventana, debe ser su hijo.
Me acerco a ella. Está preciosa, igual que como la recordaba. Tengo ganas de besarla, decirla que lo siento, que siento haber sido un estúpido toda mi vida y que me perdone.
Soy un cobarde y un estúpido. Me tiemblan las manos y la voz. No soy capaz de articular palabra. Ella me mira. Los dos me miran.
El tren pierde velocidad y va frenando. Ella coge la mano de su hijo y le lleva hacia la puerta. Mi corazón bombea frenéticamente. Mis ojos no quieren despegarse de ellos dos. “Si les pierdo ahora me muero.”
El tren se detiene y las puertas se abren. ¡Joder! Ten valor viejo y díselo, dila que la quieres y que solo eres un viejo estúpido.
La gente comienza a salir. Ella avanza un par de pasos.

El tren se detiene al llegar a la estación. De él salen cantidad de viajeros, hombres, mujeres y niños, pero ni rastro de ninguno de los personajes de nuestro relato.
El tren se pone de nuevo en funcionamiento y, lentamente, se pierde en la lejanía.

Afuera continúa nevando.


R.F


1 comentario:

Patricia S. dijo...

No me puedo creer que desde Abril no hayas visto ninguna peli decente!

;)

Por cierto, la de Gordos me encantó.