jueves, 16 de septiembre de 2010

Funcionarios y maestros

Hace unos días, mi hermana consiguió un puesto de interina en un pueblecito de Cantabria. Después de presentarse varias veces a oposición, tuvo la gran sensatez de realizar unos exámenes de inglés y así poder impartir clases en un colegio bilingüe. Evidentemente, este paso ha sido decisivo para ella, y para su futuro profesional.

Hablando por teléfono, me comentó que había tenido mucha suerte y que estaba muy contenta. Tal como están las cosas, con contrato de un año y cobrando unos 1700€ al mes, como para no estarlo.
Después me puse a reflexionar. Solo unos minutos. Que, debido a la precariedad del trabajo y a la inestabilidad laboral que ofrece la actual España con su actual crisis, y más aún en el sector audiovisual, pensé si no me habría equivocado de profesión.
Contrato de un año, se te hace la boca agua... 1700€ al mes, con sus vacaciones incluidas... ¡Y vaya vacaciones!

Como dije, la reflexión duró apenas unos minutos, después recobré la lucidez y reorganicé mis ideas. En primer lugar, mi negocio es el cine y es a lo que pretendo dedicarme, aunque pase hambre. Y en segundo lugar, cuantos cantamañanas habrán tenido la misma reflexión que yo y habrán impulsado sus vidas en la dirección equivocada. Porque, y en esto estaréis de acuerdo conmigo, la enseñanza en una vocación, y probablemente la vocación mas importante que se conserva.

Rememorando mi niñez y adolescencia, no resulta difícil diferenciar a los profesores de verdad de los profesores "de palo". Y resulta sobrecogedor lo que puede cambiar el rumbo de tu destino en manos de estas personas. Recuerdo profesores estupendos, con los que he aprendido y con los que he disfrutado aprendiendo, que me han inculcado valores en la vida, y de los que guardo un bonito recuerdo. En cambio, también retengo cierto sabor amargo de lo que fue mi infancia. Maestros sin vocación alguna ofreciendo un espectáculo lamentable y ensuciando el nombre de la profesión. Y les llamo maestros por nombrarles de alguna manera, pues ese título hay que ganárselo en el aula día a día, y no aprobando una oposición.
Que la historia hay que vivirla y hacer que tus alumnos las vivan, sobre todo cuando son niños, y no abrir el libro por la pagina 168 y ponerte a leer en voz alta, sin sentimiento ni emoción en las palabras, por cumplir y a ver si llega fin de mes para cobrar. Me irrita el mecanismo automatizado con el que se enfrentan a las clases. He tenido la ocasión de contrastar vivencias y se de lo que hablo. Pasas de encauzar tu vida en una dirección a desviarte por completo. Pasas de amar la historia a odiarla.
¿Que el alumno debe buscar la motivación aunque nadie se la ofrezca? No con 11 años.

Es por esto de lo que me alegro profundamente por mi hermana. Estoy seguro de que va a ser una maestra admirable, que los niños van a disfrutar con ella y que van a aprender valores importantes.


RF