lunes, 22 de marzo de 2010

La mano derecha de Dios

Este fue el título alternativo de la nueva película de Michael Haneke. "La cinta blanca" contiene, en su interior más profundo, una llama que devora inexorablemente la mecha de una bomba que no tardará en explosionar.
La película narra los sucesos que acontecen en un pueblo Alemán antes de la Primera Guerra Mundial. Una serie de atentados contra niños y contra el doctor del pueblo ponen en vigor una investigación para hallar al culpable. Sin embargo, esto solo representa la punta del iceberg, un argumento central sobre el que relatar todo lo demás. Haneke ahonda en las profundidades más tenebrosas de la mente humana y trata de exponer al mundo la historia que nunca nos contaron. En el interior de este bello (o aterrador) film subyace la raíz ideológica del fascismo. "La cinta blanca" relata su nacimiento y Haneke nos invita a asistir al parto.

Por donde empezar...
En principio, considero que es el mejor trabajo en cuanto a interpretación que he visto en mucho tiempo. La dirección de actores es espectacular, te deja sin palabras. Y sin palabras, Haneke consigue dominar el silencio poniéndolo a entera disposición de la narración. Las miradas, los gestos, la propia utilización del silencio y también la adecuada colocación de diálogos en momentos puntuales, proyectan en pantalla el resultado de un trabajo deslumbrante que hipnotiza y "aterra".

La película refleja perfectamente toda la intencionalidad del director. Los escenarios, tan bien reconstruidos; los personajes, tan bien perfilados y caracterizados; la propuesta estética, siempre al servicio de la historia... Haneke consigue retrotraernos a la sociedad Alemana de entonces, cuna de un futuro devastador y terrible. Durante todo el film contemplamos la inmensa aberración educativa que ejercen los adultos sobre los pequeños, y cómo algunos sentimientos como la violencia, la culpabilidad, y el odio, crecen en el interior de cada uno de ellos. La pureza se ensucia o se pudre en medio de una enfermedad social degenerativa que, inexorablemente, se extiende afectando a los más débiles.
En una de las escenas podemos percibir, en la dura expresión de uno de los chicos, todos estos sentimientos. Su padre le atormenta por sucumbir a los deseos de su propia naturaleza, y por ello es castigado. El sentimiento de culpa se forja, dando lugar al odio y, como respuesta, a la violencia.

El silencio en los créditos, tanto al principio como al final, y la lentitud con la que hacen su aparición, reflejan el tenebrismo representado en la historia.
Me encanta el flemático fundido con el que arranca y concluye la película, como un gran telón negro que se abre dando paso a una sombría historia, y que se cierra ofreciendo un aspecto fúnebre.

Hay distintos tipos de cine. Unos ofrecen respuestas, otros plantean preguntas. El cine de Haneke es del segundo tipo. "Mi principio siempre ha sido cuestionar, presentar situaciones muy precisas y contar una historia para que los propios espectadores puedan buscar las respuestas... Pienso que el arte debe cuestionar y no dar respuestas, que siempre me parecen sospechosas, o incluso peligrosas".

Se abre el telón. Un jinete se aproxima. La voz en off de un anciano nos sumerge en una atmósfera mórbida e inquietante...


R.F

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